El tema de la fantasía es quizás el que más controversia o rechazo causa en familias y profesionales a la hora de acercarse a la educación Montessori. En este artículo voy a tratar de aclarar algunos puntos y sacarte de dudas acerca de su relación.
¿Qué es la fantasía?
En ocasiones confundimos fantasía con imaginación. Podríamos decir que la imaginación es algo nuevo creado en la mente de una persona o niñx a partir de cosas o escenas reales ya conocidas. Por ejemplo, el primer teléfono móvil se basaría en los ya conocidos teléfonos fijos, o el primer automóvil en los antiguos carruajes.
La fantasía, en cambio, la entendemos como algo inexistente imaginado en la mente de la persona adulta y transmitido a lxs niñxs externamente como si fuera real. ¿Crees que un/a infante se imaginaría un caballo morado volando, o unas personas enanas amarillas cantando?
Relación Fantasía – Mente infantil
Si conoces algo sobre la filosofía Montessori habrás escuchado que lxs niñxs de 0 – 6 años tienen una Mente Absorbente. La doctora escribe que “Podemos decir que nosotros absorbemos los conocimientos con nuestra inteligencia, mientras que el niño los absorbe con su vida psíquica, simplemente viviendo….las impresiones no solo penetran en su mente, sino que la forman, se encarnan en él” (La Mente Absorbente del Niño, 22). Este tipo de mente es indiscriminada y no tiene filtro, por lo que un/a peque hasta los 6 años (aproximádamente) no tiene la capacidad cerebral para diferenciar lo que es real o irreal, lo que es verdad o mentira, y por ello, si a través de sus sentidos entra una luna con ojos, nariz y boca que habla, sin cuestionarlo asimilará que la luna es así.
A la edad de 6 aproximadamente el cerebro infantil ha desarrollado ya la capacidad de filtración y de abstracción. Ahora sí es el momento ideal para que tenga acceso a cuentos, libros o imágenes fantasiosas como se hace en las escuelas Montessori, y además tenga la posibilidad infinita de imaginar, crear e inventar cosas nuevas. ¡Te aseguro que le encantará!
¿Por qué ofrecemos tanta fantasía a la infancia?
Tras mucho tiempo dándole vueltas al tema, observando mi entorno y conversando con familias y profesionales, creo que mayormente hemos asumido una relación tan estrecha entre infancia y fantasía por dos motivos:
- Queremos proteger a la infancia. Es cierto que este mundo es bello y cruel también. Con la mejor intención queremos evitar que lxs peques conozcan los peligros y amarguras que habitan en el mundo y por eso hemos inventado cuentos e imágenes deslumbrantes en los que todo parece maravilloso. Pero hemos olvidado que haciendo ésto incentivamos que al conocer después la realidad se decepcionen, y como explico en este otro artículo estén sobreestimuladxs y hayan perdido su capacidad de asombro, motor del aprendizaje.
- Menospreciamos la infancia. En general las personas adultas no conocemos el funcionamiento del cerebro infantil a no ser que estemos involucradas en alguna profesión afín o tengamos especial interés cuando nos convertimos en amatxus o aitatxus. Por esto, solemos ofrecer un trato indiferente a la infancia diciéndoles “guau-guau” en lugar de “perro”, dándoles juguetes o utensilios de plástico porque pensamos que sino los romperán, o diciéndoles continuamente “mentirijillas” porque aún no se enteran. Todo esto lo hacemos por inercia y no nos paramos a pensar que nuestrx peque un día comprenderá que se le ha mentido y menospreciado durante años.
Alternativas a la fantasía para menores de 6 años
Cuando expongo este tema en charlas o talleres suele surgir una misma inquietud por parte de lxs adultxs. “Y entonces, ¿qué les damos o leemos? ¡Porque casi todo es fantasía!”. Y no les falta razón…Pero para finalizar te propongo algunas alternativas sencillas de conseguir, crear o llevar a cabo:
- Álbumes con fotos o imágenes de los componentes de la familia, otrxs niñxs del mundo, animales o seres vivos.
- Libros con historias (imágenes y texto) cotidianas. “Teo”, por ejemplo, es un clásico muy oportuno.
- Documentales de animales reales (recomiendo la limitación total a pantallas hasta los 3 años, y una exposición muy reducida después).
- Materiales naturales.
- Decoración y ropa con imágenes reales.
- Paseos a parques, playas, ríos y otros entornos naturales.
- Visitas a parques naturales.
Si te gustaría profundizar es este tema te invito a leer el artículo extenso y científico “La Realidad: la más poderosa e integral llave del mundo” escrito por Silvia Dra. Silvia C. Dubovoy, conferencista, examinadora, consultora y entrenadora AMI.
Y termino recordando que “A un niño de 7 años puede emocionarle que Perico, al abrir la puerta, se encuentre un dragón; pero a un niño de 3 años le emociona ya bastante que Perico abra la puerta” (G.K. Chesterton) Fragmento sacado del libro «Educar en el Asombro» de Katehrine L´Cuyer.
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Gracias por el artículo, es muy interesante el tema. He leído mucho sobre el tema, pero la realidad es que es imposible aislarles de la fantasía, aunque en casa no haya imágenes de fantasía, es salir a la calle o con las amistades, escuela etc… Que la utilizan como el recurso más socorrido.
Por otro lado, la educación creadora tampoco comparte el uso de documentales sobre lugares animales etc reales, ya que aunque las imágenes son acordes a la realidad, no es cierto lo que aparece. Por ejemplo no es cierto que en el fondo del mar la vida sea como en los documentales, para conseguir ver lo que aparece en documental en 5 minutos necesitas horas o puede que nunca lo encuentres, apenas unos peces y piedras… Con esto quiero decir que también se crean falsas expectativas. Qué opinas?
Eskerrik asko!
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Hola Joana:
No conozco la educación creadora desde dentro, pero lo que comentas tiene mucho sentido. A mi parecer y bajo las bases de la educación Montessori lo ideal es que el niño descubra el mundo de manera real, en este caso sería buceando en el mar. Pero si eso es imposible, entonces habría la posibilidad de ofrecerle el mundo mediante imágenes reales en cuentos por ejemplo, ya que como bien indico no aconsejo la exposición a pantallas hasta los 3 años y muy limitado después.
Un abrazo,
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