Son las 8 de la mañana, tu pareja te dice “buenos días cariñó, levántate rápido, vístete, ponte bien la camiseta, come bien por favor, no hagas guarradas, no dejes tu cuaderno encima de la mesa cochinx, venga espabila, lávate los diente rápido, no malgastes tanta colonia, coge todo…”. Salís a la calle y continúa diciéndote “no toques eso, no pises los charcos, ten cuidado con la acera, mira por donde caminas, apúrate que eres más lentx…”. Supongo que a estas alturas te sientes un poco agobiadx y desearías mandar a tu pareja a la mierda por un rato, ¿a que sí? Pero para poner el broche final, cuando llegáis a tu trabajo y tu jefx aparece, tu amorcito te da un dulce beso de despedida y culmina con un “pórtate bien y trabaja duro cariño, si no tu jefx me llamará y ya verás luego en casa”. Ahora sí, te sientes estúpidx, solo quieres cerrar la puerta y pegar un grito furiosx sacando la tensión que llevas dentro y haciendo ver a todxs que no eres tontx. Pero al hacer eso, tu jefx te suelta un “qué persona tan malcriada, siéntate en tu silla y no te levantes de ahí hasta que te hayas calmado”. Entonces te pones a llorar de impotencia y tus compañerxs se burlan diciendo “qué tontería, ya estás otra vez con tus rabietas, mira que fex estás, vete al baño a limpiarte esa cara y después ponte a trabajar, que llevas unos días insoportable”. Ufff, quieres sacar los ojos a alguien y al salir del baño empujas al servicio de limpieza que está obstaculizando tu camino. Entonces, toda la planta se queda en silencio, te miran como si hubieras matado a alguien, tu jefx te llama a su despacho y te comunica que estás sancionadx, que hoy no disfrutarás de tu descanso ni comerás tu snack para ver si así dejas de ser tan violentx. Y así, entre continuas órdenes y prohibiciones finaliza tu jornada laboral.
¿Cómo se genera y a dónde va la tensión infantil?
Dime la verdad, quieres abrir los ojos y darte cuenta de que todo esto solo ha sido una pesadilla, ¿verdad? Pues te felicito, en tu caso solo es un mal sueño, pero desgraciadamente este es el día a día en la vida de un infante. ¿Alguna vez te has parado a observar la cantidad de órdenes y prohibiciones que recibe un/a niñx en una hora? ¿No te parece que su autoestima debería estar bajo tierra ante tanta insignificancia y ausencia de poder? ¿No te parece que a ese ritmo deberían de tener tanta tensión que morder a alguien no aliviaría ni la mitad de su carga? Lxs que de alguna manera estamos involucrados en el mundo de la infancia, sea como familia o como profesionales, vivimos en continua preocupación por los “malos comportamientos” infantiles. Entre el año y los 6 años los gritos, los desbordes emocionales, los mordiscos, los empujones, los tirones, los manotazos, en definitiva los conflictos infantiles, nos llevan de cabeza y a menudo tendemos a pensar que lxs peques son extremadamente agresivxs y maleducadxs, por lo que debemos erradicar esas expresiones supuestamente negativas como sea. Permíteme aliviarte y contarte que esos conflictos y expresiones generalmente son un mecanismo de defensa y una herramienta de supervivencia necesaria para eliminar la tensión y el estrés creados por el trato abusivo y sometedor por parte de las personas adultas, o en otras ocasiones también por imitación o defensa. Recordemos que la tensión que no sale se acumula y más adelante se convertirá en violencia o en enfermedad.
En este artículo hablo de cómo acompañar las descargas emocionales, pero hoy me voy a centrar en cómo podemos reducir la tensión y el estrés infantil.
Prevenir la tensión infantil
Cuando observamos una expresión de tristeza, rabia o ira lo ideal sería no quedarnos en el síntoma y buscar la causa, la cual en muchas ocasiones es la tensión provocada por nuestras continuas órdenes y prohibiciones, como acabo de explicar arriba. Por eso, expongo algunos tips que podrían ayudarte a reducir esta situación:
- Respetar su individualidad. Como familias o profesionales utilizamos expectativas, motivaciones y chantajes para moldear a lxs niñxs a nuestro gusto en lugar de respetar su individualidad. Si respetamos los gustos, opiniones y preferencias de cada peque inconscientemente estaremos exigiendo menos y nuestras peticiones verbales también se reducirán facilitando el desarrollo de su autoestima y personalidad.
- Limitar nuestros límites. Hoy en día está aflorando una tendencia a eliminar los castigos. En este intento a veces observo que en realidad algunas personas adultas aún no hemos desechado la idea de que somos superiores y debemos conseguir que el/la niñx haga lo que nosotrxs queremos, por lo que abusamos de límites con chantajes y consecuencias no naturales. Estos límites los ponemos exclusivamente para comodidad adulta y por ende actuamos en contra de la necesidad natural de exploración y movimiento infantil, generando mucha tensión y estrés.
- Confiar en su capacidad de imitación. Solemos obsesionarnos con que lxs peques adopten nuestros comportamientos sociales (saludar, comer sin levantarse, compartir…) lo antes posible. Pero si tenemos en cuenta que un porcentaje muy alto del aprendizaje se adquiere por imitación, comprenderemos que no sirve de nada dar órdenes continuamente cuando su cerebro aún no está preparado para esa adquisición. Por ello, te propongo ser un modelo a seguir en lugar de profetizar con la palabra, y verás que tu peque interiorizará estas conductas por sí mismx cuando su desarrollo evolutivo se lo permita. ¡Espera y confía!
En definitiva, la compulsión que tenemos las personas adultas a educar continuamente genera una gran tensión en lxs niñxs que solo pueden procesar y calmar mediante expresiones de rabia, ira y tristeza. Nuestro primer reto es prevenir esa tensión y crear así las bases necesarias para una buena salud mental.
Si te ha gustado este artículo ¡por favor dale me gusta y compártelo!
Si quieres estar al tanto de mis eventos y novedades, ¡SUSCRÍBETE más abajo!
Por dar voz a la infancia. Por un mundo mejor ☮ ✌
1 comentario en ““Haz, haz, haz”, “No, no, no”. Infantes en continua tensión.”