En este artículo hablé sobre qué es para mí criar conscientemente. Pero a pesar de ser adultxs conscientes, y tener claro la importancia de satisfacer las necesidades de nuestrxs peques, hay ocasiones en las que el ritmo de vida que llevamos, la falta de tribu o nuestra propia herida infantil no nos permiten actuar como nos gustaría. Por ello, la mayor muestra de respeto que podemos ofrecer a nuestrxs niñxs es la honestidad. Pongo un ejemplo claro:
Situación 1
- Amatxu, amatxu vamos a jugar. Amaaaaaa, juega conmigooo. Jolín amatxu, que quiero jugar!!
- Hijo que pesado eres, de verdad, es que solo quieres jugar y jugar.
- “Rabieta”.
- ¡Ya estás otra vez, deja ya de llorar!
Situación 2
- Amatxu, amatxu vamos a jugar. Amaaaaaa, juega conmigooo. Jolín amatxu, que quiero jugar!!
- Hijo, sé que tienes la necesidad de jugar conmigo, lo entiendo, pero he tenido un día agotador y hoy necesito descansar.
- “Rabieta”.
- Acompañas la “rabieta”.
¿Ves la diferencia?
En la primera situación, estamos culpando al infante por tener la necesidad de jugar, lo cual puede conllevar a que se vaya alejando de sus necesidades para agradar a sus progenitores o personas adultas de referencia. Además, al rechazar su “rabieta” está aprendiendo que su malestar no tiene razón de ser, a desconectarse de sus sentimientos y reprimir sus emociones para encajar y lograr amor.
En la segunda situación, en cambio, estamos validando su necesidad de juego y estamos acompañando su “rabieta”. De esta manera sigue conectado con sus necesidades y emociones, creando una autoestima y personalidad sólida. Además, nuestro límite de autocuidado le enseña que es importante cuidarse a unx mismx primero y que él/ella también tiene derecho a poner sus límites y decir NO cuando lo requiera.
Teniendo esto en cuenta, desde mi punto de vista algunas herramientas catalogadas como “respetuosas” no lo son en realidad (redirigir la atención, chantajear sutilmente…). Si un/a peque quiere tirarnos del pelo para jugar y a nosotrxs no nos gusta, coger un juguete y agitárselo para redirigir su atención no es nada honesto, es una falta de respeto y muestra poco valor a su persona. Si un/a niñx no quiere comer más, decirle que si se lo termina tendrá un caramelo de postre no es nada honesto, es una falta de respeto y un chantaje en toda regla.
A las personas adultas este tema nos puede resultar realmente difícil (para mí al menos lo es) porque hemos sido educadas con métodos conductistas y nada honestos y nos hemos acostumbrado a las mentiras edulcoradas. Por ello, nos cuesta mucho decir NO o poner límites por miedo a dañar a la otra persona, y a la vez, cuando recibimos un NO o un límite firme lo solemos tomar como un rechazo.
Pero ser honestos nos permite poner el foco en nosotrxs mismxs, auto-conocernos mejor y mostrar nuestra vulnerabilidad. Y solo desde ahí, desde la humildad y sinceridad, podemos construir una relación horizontal y sana con nuestrxs niñxs.
Y recordemos, que para que la relación sea realmente horizontal y no un abuso de poder, también debemos de aceptar sus NOs y sus límites, menos cuando tengamos que actuar para protegerle ante peligros o tomar decisiones que requieran de responsabilidad adulta.
Si te ha gustado este artículo ¡por favor dale me gusta y compártelo!
Si quieres estar al tanto de mis eventos y novedades, ¡SUSCRÍBETE más abajo!
Por dar voz a la infancia. Por un mundo mejor ☮ ✌